jueves, 2 de julio de 2009

Ni omnipotencia ni miedo agradan al Señor

En estos días la epidemia de la gripe porcina o la gripe A, el virus "Influenza Humana AH1N1" ha recrudecido. Se adelantan vacaciones, hay decisiones importantes de los organismos estatales y los medios de comunicación casi bombardean sobre el tema.

¿Qué hacemos en la Iglesia ? ¿Nos juntamos o no? ¿Le damos importancia y nos preocupamos o relativizamos?

Así como en el Antiguo Testamento vemos indicaciones sobre cómo cuidarse y cuidar a los demás ante enfermedades contagiosas, vale la pena ser prudente hoy también porque formamos parte de esta sociedad que pasa por un momento y situación especial.

Los cristianos somos propensos a ser un tanto omnipotentes (cosa que a Dios no agrada) y pensar “a mi –a nosotros- no me va a pasar, Dios me cuida”. Y así seguimos nuestra vida normal sin prestar atención a las advertencias de peligros o dificultades.
Tampoco es cuestión de tener miedo y aislarse en una burbuja hasta que pase la tormenta.

Vale la pena hablar con los hermanos de las congregaciones y, aún cuando nos reunamos para celebrar el nombre de Dios, decirle a aquellos hermanos que andan un poco enfermos (tos, fiebre, resfrío, malestar general, etc.) que se queden en sus casas. Ocuparnos pastoral y fraternalmente de quienes no se siente bien, llamarles por teléfono, ver que tomen los recaudos necesarios, etc, pero que no vengan. En otras palabras, hacerles sentir hermanos y hermanas apreciadas aún cuando tienen que quedarse en casa.

La epidemia también pasará. Como congregaciones tenemos que dar ejemplo de que somos responsables del momento que vivimos. Cuidemos este tema dando testimonio de responsabilidad civil.

Se me ocurren un par de ideas, no tanto porque con ellas frenamos la epidemia, sino para dar testimonio de sana responsabilidad. Gestos, que como en toda liturgia, nos ayudan a expresar lo que pensamos y sentimos:

1. Pongamos un envase de alcohol gel en el atrio del templo para que los hermanos se laven sus manos al entrar al servicio religioso.
2. Celebremos la Cena del Señor, por un tiempo, con el modo de “intinción” (mojamos el pan/cuerpo en la copa de vino/sangre).

Les saluda fraternalmente en Cristo

Juan Gattinoni
Pastor

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